Cada botella de Diamante encierra una historia que comienza mucho antes del descorche. En Bodegas Franco Españolas, el proceso para lograr un vino blanco con identidad propia empieza en el viñedo y culmina en cada copa. Es una mezcla de tierra, clima, técnica y pasión que define a los vinos Diamante, reconocidos en México por su frescura, versatilidad y equilibrio.
- Selección desde el origen
Todo comienza con la uva. En nuestros viñedos, cada racimo es observado con atención. Se eligen aquellos con el nivel justo de acidez, dulzor natural y concentración aromática. Esta decisión no solo impacta el perfil del vino, también refleja el respeto por la tierra y por el tiempo que toma madurar una buena cosecha.
Para el Diamante Verdejo, buscamos uvas con notas cítricas y un carácter vibrante, mientras que el Diamante Semidulce requiere frutos con mayor concentración de azúcares naturales y un perfil más floral. Ambas selecciones representan la esencia de su variedad, pero también la visión de un vino blanco que emocione desde el primer sorbo.
La venta se realiza en el momento óptimo, ni antes ni después. Una cosecha prematura resta expresión; una tardía, desequilibra. Aquí, la experiencia de los enólogos y el conocimiento de cada parcela son fundamentales para lograr la armonía que buscamos.
- Elaboración con atención al detalle
El viaje de la uva continúa en la bodega, donde la tecnología se pone al servicio de la tradición. Se realiza una selección manual para asegurar que solo los mejores racimos lleguen a la prensa. Luego, el mosto se enfría para preservar sus aromas y se inicia una fermentación controlada que convierte los azúcares en alcohol sin perder la esencia de la fruta.
Para Diamante Verdejo, la fermentación se prolonga hasta lograr un vino seco, fresco y aromático. En cambio, en el caso del Diamante Semidulce, se detiene en el momento exacto para conservar parte del azúcar natural de la uva, logrando ese equilibrio entre dulzura y acidez que lo hace tan seductor.
Durante todo el proceso se cuida la higiene, la temperatura, el tiempo y el oxígeno que entra en contacto con el vino. Pequeños detalles que, bien manejados, garantizan un resultado brillante, limpio y elegante.
- Crianza que aporta personalidad
Aunque el vino blanco se asocia comúnmente con juventud, en Bodegas Franco Españolas creemos que una crianza breve y precisa puede aportar profundidad. En algunos lotes de Diamante, el vino permanece sobre lías finas durante varias semanas, lo que le da mayor untuosidad, volumen en boca y una sensación más sedosa sin alterar su frescura.
Esta práctica permite desarrollar texturas sutiles y añadir capas de complejidad que se perciben al degustar. Es como añadirle una pincelada extra a una obra que ya brilla por sí misma. El objetivo nunca es ocultar la fruta, sino realzarla.
En todo momento se busca equilibrio. No hay paso superfluo ni intervención gratuita. Todo responde a una filosofía de respeto por la uva, por el consumidor y por la historia que cada botella debe contar.
- Listo para ser descubierto
Antes de llegar a tus manos, cada botella de Diamante pasa por controles de calidad rigurosos. Solo cuando cumple con los estándares más altos de la bodega, se embotella y descansa un tiempo más para estabilizar sus características.
El resultado es un vino blanco que enamora desde el color hasta el final en boca. El Verdejo destaca por su energía, sus notas cítricas, herbales y ese carácter limpio que lo hace perfecto para platos frescos, mariscos, ensaladas o simplemente una tarde soleada en compañía. Por su parte, el Semidulce seduce con su dulzura delicada, ideal para acompañar quesos suaves, pastelería ligera o momentos especiales.
Ambos forman parte del portafolio de Bodegas Franco Españolas en México y son protagonistas en mesas donde se valora el sabor con intención. Porque una copa de Diamante no es solo una bebida: es un fragmento de historia, una expresión del terruño, una pausa que invita a saborear el presente.
- Una experiencia que se vive con todos los sentidos
El viaje de la uva al vino no termina en la copa, sino en la forma en que lo compartimos. En cada brindis, en cada conversación, en cada instante donde Diamante está presente, hay algo más que sabor: hay emoción. Desde el primer aroma que sube por la copa hasta el retrogusto que permanece, el vino activa recuerdos, sensaciones, imágenes. Nos conecta con la tierra, pero también con los demás.
Por eso cuidamos cada paso del proceso. Porque entendemos que el vino es cultura, es identidad y también es un puente para crear momentos memorables. Diamante es un vino cercano, sincero y vibrante. Y su historia, que empieza en el viñedo, se completa contigo.
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